EL HOLOCAUSTO.

La puerta era cerrada y los grupos de desinfectacción que estaban a la espera inmediatamente arrojaban el gas por los orificios del techo de la cámara de gas a través de un respiradero que descendía hastael suelo. (...). Los que estaban cerca del respiradero morían de frma inmediata. (...). El resto comenzaba a temblar y empezaba a gritar y a intentar conseguir aire. Los gritos, sin embargo, se transformaban pronto en jadeos y al cabo de escasos momentos todo quedaba en silencia (...). Los que gritaban y los que eran viejos, enfermos o débiles, o los niños pequeños, morían más de prisa que los que estabn sanos o eran jóvenes.

Rudolf Höss (comandante de Auschwitz) : Memorias, 1947.

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